jueves, 12 de agosto de 2010

Sentimientos: Indecisión

"Para mí, el mayor placer de la escritura no es el tema que se trate,
sino la música que hacen las palabras."
Truman Capote

Se me hielan las manos ante una hoja en blanco. Escribir la primera palabra me cuesta minutos de idas y regresos a un subconsciente que se resiste a tomar decisiones. Un buen inicio es la antesala del triunfo en el concurso de las aceptaciones. Mi primera frase debe dejar una huella mojada del deshiele emocional y dibujar el primer personaje es como descubrir un pedazo mío no visto por nadie y convertirlo en creación divina. No hay nada más hermoso que darle luz a la sombra de lo que nunca ha existido. Con estas lecciones aprendidas en talleres literarios y reafirmados por mi curiosidad infinita de lector-polilla incansable, busco en el insomnio abrigo para comenzar una historia. Pero estoy ante “la caja de la nada”, ese espacio en la mente que se encuentra vacío, que me imposibilita escribir la primera palabra, que me tuerce la verdad de la primera frase y que me borra los ojos de Paula.

A Paula la amé desde hace tiempo, desde que dibujé su rostro con un lápiz casi sin punta, y desde el papel me guiñó un ojo perdonando mi carencia de habilidades con los trazos y los claros-oscuros. No sabía qué contar de ella, ni cómo hacerla vivir, pero desde su gestación en mi mente la sentí mía, propiedad de un escritor egoísta y que podía moldearla a mi forma sin miedo a reproches ni engaños. La idolatría a un ser inexistente, perfectamente creado a mi medida me impedía conectarme con el mundo real, y conocer a Paulas reales, pues ninguna tendría el guiño “pauleano” del perdón.

Sin embargo, a consecuencia de mi encierro voluntario para disfrutarla a solas, Paula comenzó a marchitarse. La hoja de papel donde debía escribir su escenografía seguía en blanco, y no tenía de donde sacar palabras perfectas, ni frases acabadas porque me había apartado del mundo, olvidando que la creación comienza por lo que vive el creador. Una vez leí en algún sitio que “escribir es reflejar con palabras propias y frases acabadas, la fantasía de cada momento real”. Y si no escribía pronto, mi personaje se diluiría entre tanto papel vacío. Entonces, por Paula lo hice, me obligué a salir al Sol, a apartarme de mi mundo pequeño. Me empujé a la vida con las ansias locas de encontrar una perfecta melodía a la que ponerle su nombre, una historia en la que situarla y así compartirla con los demás.

Ahora, después de meses sin verla, yo oliendo a cuerpos distintos y conociendo personajes reales, vuelvo a desempolvar su rostro y me sonríe complacida. Me estuvo esperando impoluta, virgen de historias y pensamientos. Por eso, con el arranque de un amante apasionado, tomo la hoja de papel otrora en blanco, la beso en la primera palabra y le hago el amor en la primera frase.

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