domingo, 1 de agosto de 2010

Sentimientos: Soledad

Historia de un “Adán”

Estoy solo, incluso la soledad me abandona. Para calmar mi ansiedad me fumo el último cigarrillo que aún queda en la caja; dibujo un círculo con el dedo índice en la pared e imagino que estoy dentro de él, que me asfixia, que me aplasta… Las bocinas de los autos en la calle de enfrente me sacan de mi masoquismo frenético.

Desde que Julia se fue, no hago más que echarme a un lado y dejar que el tiempo se me adelante. No duermo, solo a veces cuando el cansancio de un puntapié me echa al suelo. Me alimento cuando el dolor del hambre se aparece en mis costillas. No hablo con nadie, ni con los que me dirigen la palabra. La gente me mira y me señala como si yo fuera un ente extraño, retraído, insomne…

Me adelanto al balcón y al pasar enfrente a una puerta mis ojos me recuerdan los pedazos de barro regados por el suelo, unas figuras que debía haber entregado hace un mes y que he olvidado la forma y la inspiración. Me ganaba la vida haciendo cosas para que otros las disfrutaran y hubo un tiempo que eso me gustaba, ahora no.

Julia se llevó muchas cosas consigo aunque a veces no congeniábamos. Tenía un concepto de la vida completamente distinto al que profeso. Vivía  solo en el presente, no le importaba que hubiera pasado ni futuro, creía en lo que veía y lo que más me molestaba era  su incapacidad de soñar. Yo, por el contrario, tengo millones de preguntas que se me enredan en la cabeza, sobre la vida, la muerte, la soledad, el amor y busco desesperadamente a alguien que me ayude a responderlas. Vivo en la luna con los pies a 25 mil leguas de la tierra.

El día que se marchó solo nos dimos tiempo para una tormenta de gritos y puñetazos de palabras. Me dolió que se riera de mis disertaciones filosóficas sobre la verdad de la vida, sobre un futuro incierto y sin esperar un segundo golpe, acerté a decirle que su presencia perturbaba mis ensueños: “me estás aplastando con tu pragmatismo estúpido, en vez de compartir mis preguntas solo me dejas flotando en la nada de lo absurdo”. Me respondió con un portazo en la nariz típico de historias novelísticas.

Miro hacia la calle, buscando una figura humana que me haga cuestionarme la vida, sus imperfecciones y sus maravillosos engranajes. Espero impacientemente que doblen la esquina otras Marías, Claras y Maritzas que, contrario a Julia, alimenten mi espíritu con sus carnes voluptuosas y sus pensamientos Aristotélicos. Mientras tanto, termino el último cigarrillo que quedaba en la caja, hago círculos de humo en el aire y obtengo la respuesta metafísica a la materia que forma mi estructura: “Estoy solo”.

1 comentario:

  1. Muy bien, muy bien..y se nos acaban los cigarrillos y seguimos solos...very good

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