sábado, 19 de febrero de 2011

Mar adentro

"...creo que me va arrastrando mar adentro"
Verso de una canción de Buena Fé


Dos bocas que pronuncian las mismas palabras, dos frentes que fruncen al mismo tiempo, dos cuerpos distantes que se mueven como uno solo, sus nombres: Lucía y Alberto. Nunca llegaron a mirarse a los ojos. Estaban atados a cada extremo de un hilo que se extendía más allá de caminos y creencias. Vivían realidades distintas en lugares diferentes, pero cada día compartían un mismo instante de tiempo. Ya fuera un segundo o una hora se fundían en un solo cuerpo.  

El lunes a las 7:05pm ambos rieron cuando los sorprendió la lluvia sin paraguas: ella cruzando los cerros que separan su casa de tablones azules de la escuelita donde enseña a los niños de "Valle Grande", él sentado en el banco del "Parque Central" luego de un día de trabajo agotador.  El martes a las 9:46am, ambos estornudaron y tomaron té caliente con limón para aliviar un molesto resfriado: ella leyendo un libro sentada en un sillón de la sala, él tirado en el sofá con revistas de Play Boy regadas en el suelo. El miércoles a las 7:47am recibieron una carta que con desesperación abrieron y leyeron el contenido: ella lloró ante la noticia del fallecimiento de su único familiar vivo, él bajó la cabeza triste por la notificación de un despido inesperado. El jueves a las 10:04pm ambos... El viernes a las... 

El sábado, ese sábado de amanecer tardío y neblinoso, como si el sol tuviera pereza o no quisiera ser testigo de lo que iba a ocurrir. Ese sábado a las 6:36am él estrelló su bote viejo de pescar contra unos arrecifes que no logró ver por la niebla. Justo a esa misma hora ella, con una mirada perdida en el horizonte, se lanzó a volar como un pájaro desde lo alto de un desfiladero hasta caer en un mar agitado y embravecido. Sin embargo, en el Diario de la Vida estaba escrito un encuentro más, a las 3:10pm de ese mismo sábado dos cuerpos abrazados flotaban mar adentro, sus nombres: Lucía y Alberto.  

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